En Colombia, el fraude en las empresas sigue en aumento y lo preocupante de la situación es que, según los directivos de las propias compañías, el panorama tiende a empeorar.

 

El 63 por ciento de los empresarios consultados este año por Kroll, firma especializada en mitigación de riesgos, dijo haber sido víctima de un fraude este año, respecto al 49 por ciento del 2012.

 

Pero la situación se torna más compleja cuando se advierte que el 90 por ciento de los empresarios consultados teme ser defraudado, algo que solo era percibido por la mitad de los encuestados el año pasado.

 

El robo de activos físicos e inventarios se constituye en el principal blanco de ataque de los defraudadores. El 37 por ciento de los consultados cree que su riesgo es muy alto en ese frente.

 

Sin embargo, cerca de la mitad de los consultados también considera que su nivel de exposición se ha ido elevando debido a su incursión en mercados donde los riesgos son mucho mayores.

 

Pese al incremento de este fenómeno y a que el costo casi se duplicó en el último año, al pasar de 0,4 al 0,7 por ciento, como proporción de los ingresos de las compañías, Colombia figura como uno de los países donde ese impacto es menor. El promedio en el mundo está en el 1,4 por ciento.

 

Los mayores costos están en África subsahariana, con 2,4 por ciento, y México, con 1,9 por ciento.

 

“El repunte del fraude en Colombia coincide con la tendencia global y es un llamado de atención para el sector privado. El fraude es un fenómeno dinámico, que exige revisar siempre la efectividad de los controles y evitar caer en la complacencia. Los recursos asignados al control interno deben ser adecuados y proporcionales a la dimensión de las operaciones”, dijo Recaredo Romero, director para América Latina de Kroll.

 

Las modalidades

 

Otro aspecto del estudio que llama la atención es el hecho de que los empresarios han detectado que ya no son solo dos sino cuatro los fraudes más comunes en sus compañías.

 

En efecto, al robo de activos e inventarios y el fraude de vendedores y proveedores se les sumaron este año la corrupción y la colusión de mercado, fenómenos que tienen un impacto importante en los resultados de las empresas.

 

De acuerdo con Romero, los directivos de las empresas deben prestar atención a cualquier indicio que se presente en esa dirección, pues “el fraude no descubierto y no reportado, por pequeño que sea, es una infección que puede crecer hasta convertirse en una peligrosa enfermedad corporativa, como sucedió en Enron o Parmalat, entre otros”.


INFORMACIÓN, OTRO OBJETIVO APETECIDO

 

Después de los inventarios y activos fijos, el segundo objetivo más perseguido por los defraudadores, es la información que manejan las empresas. Este año, el 22 por ciento de las compañías dijo haber sido víctima en ese frente, mientras que el 21 por ciento cree ser muy vulnerable en ese aspecto. Según el estudio de Kroll, no se puede pasar por alto que el 72 por ciento de los ataques proviene de los propios empleados y que el 32 por ciento son directivos.

 

Tomado de: portafolio.co