Los Directores, para asumir estos compromisos, tienen el deber de escoger una persona idónea y responsable, acorde con los valores que se derivan de la Misión y la Visión (Fred R. David, “Conceptos de Administración Estratégica”) que, en su calidad de líder (presidente ejecutivo, CEO o Gerente General), exprese la propuesta corporativa de los socios que no puede ser cambiada sin su consentimiento, a riesgo de estar disponiendo del patrimonio para fines distintos a aquellos que sus propietarios expresan.

Son, por tanto, los directores que conforman la junta directiva, los responsables de implementar una estrategia de principios y valores organizacionales que conviertan la Misión y Visión (propuesta corporativa) en un conjunto de virtudes que necesariamente deben vivir, el líder y quienes conforman el equipo humano de trabajo de toda la institución

Esos valores constituyen un conjunto de creencias que determinan, en quienes las comparten, una manera particular de actuar y desempeñarse: personal, familiar y socialmente. En la medida en que se comparten y se viven en la rutina diaria, se convierten en virtudes que, al ser un común denominador entre los que componen la sociedad, conforman su cultura corporativa y le dan identidad a la organización ante la comunidad, al transmitirla en forma de: productos, servicios e interrelaciones comunitarias que, dependiendo de las maneras de pensar y ser de las personas con las que se relacionan, contribuyen a su aceptación o rechazo, en función del nivel de confianza que produce dicha relación.

La escogencia del líder por parte de la junta directiva, por tanto, es el primer acto administrativo que pone a prueba su gestión y que indicará, qué tan bien ha hecho su trabajo de identificación de valores para determinar el perfil de ese líder que implementará las políticas de la empresa y rendirá cuenta de sus actos a los directores.

Esos valores son de tipo ético (comportamiento coherente) y profesional (conocimiento y experiencia en el campo de especialización, para desempeñar el cargo).  Los dos son condición necesaria en el líder y en todos y cada uno de los empleados de la organización. Deben, además, hacer  énfasis en las particularidades de los diferentes cargos a ocupar dentro de la misma, de acuerdo con la función a desempeñar (Luis Alfredo Valdés, “Planeación Estratégica con Enfoque Sistémico”)

El otro punto, tiene que ver con la conservación y crecimiento del patrimonio de los socios. El dinero  es puesto por estos, con el fin de lograr réditos esperados por encima de otras alternativas fácilmente reconocibles en el mercado. Este propósito, reta la capacidad de gestión de la junta que debe fijar políticas claras de gestión organizacional, procurando los medios intelectuales y materiales que permitan al líder disponer de un equipo de trabajo suficientemente armonizado y estimulado para alcanzar las metas que deberán fijarse con criterios de exigencia, pero alcanzables, desde un punto de vista razonable, para quienes deben conocer el estado del arte del negocio y las circunstancias del entorno en medio de las cuales se desenvuelve la operación.

Los directores, cumplidas la anteriores responsabilidades, cuidarán del cumplimiento de las políticas propuestas a la administración y deberán dar permanente orientación y soporte, en términos de estímulo intelectual y económico, al líder y a los miembros de la organización que dirigen, con el fin de asegurar el clima laboral adecuado que promueva un ambiente propicio a la creatividad,  al desarrollo profesional y al ejercicio de la libertad personal responsable (San José Maria Escrivá) de las personas que conforman la organización

Tomado de: https://www.portafolio.co/opinion/blogs/carta-gerencia/las-juntas-directivas-y-sus-responsabilidades