El gobierno nacional se la jugó fuerte con la reforma tributaria. Aunque se ha insistido en que no es el ajuste estructural del estatuto tributario, el proyecto presentado sí tiene unas buenas cargas de profundidad que van a poner a discutir temas de fondo a todo el Congreso.

Sin embargo, el factor tiempo será decisivo. Aunque el presidente Santos anunció que radicaría mensaje de urgencia para la iniciativa, hasta ahora no se ha hecho oficialmente. Y quedan menos de dos meses de debates.
 

En el Congreso el tema ya es motivo de preocupación. Así lo han manifestado congresistas como David Barguil, Juan Lozano y Ángel Custodio Cabrera, quienes han puesto énfasis en que no habrá sesiones suficientes para discutir la norma.
 

El senador Camilo Sánchez, presidente de la Comisión Tercera, y quien liderará la discusión, explicó que va a convocar a audiencias públicas con el objetivo de discutir a fondo los temas que preocupan a gremios como Fenavi y Asofondos acerca de temas clave como el IVA y los beneficios para los ahorros en pensiones voluntarias. Esto será así, porque Sánchez considera que hay que darle todo el debate a cada una de las iniciativas de la reforma. El mensaje es que se van a tomar el tiempo necesario para tener claro el impacto de las medidas propuestas.
 

La pregunta que queda: ¿cuál es la estrategia del Gobierno? Hasta el momento, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, ha dilatado la presentación del mensaje de urgencia.

Eso solo se puede interpretar como que va a dejar esa carta para último momento, logrando así que se le meta el acelerador a la norma. Pero desde el Congreso ya muchos han insistido en que si no se inicia la discusión ahora mismo, nadie garantizará que el Congreso apruebe la iniciativa.
 

Ya muchos interpretan que esa dilación podría formar parte de la estrategia de Santos para impedir que se le dé un debate a fondo a todos los temas. Algunos ya hablan de que la administración central parece estarle apostando a la demora, lo que podría ser una manera de meterle gato por liebre al Congreso.
 

Si se concreta el mensaje de urgencia, las comisiones y las plenarias podrían discutir el proyecto de manera conjunta y paralela para darle trámite antes de 30 días. Sería una aprobación a las “volandas”, como dijo el senador Juan Lozano.
 

¿Y la discusión qué? Tendría que adaptarse a esos tiempos. Indudablemente, en la recta final todo terminaría definiéndose a pupitrazo limpio.
 

Y son muchos los congresistas que honestamente le tienen miedo a ese escenario. Esa fue la lección que quedó luego de la frustrada reforma a la justicia.

Hoy el lema en el Legislativo es discutir, discutir y discutir hasta que sea necesario para que no les metan goles en las normas aprobadas.

Y, en materia tributaria, existen enormes riesgos de que en río revuelto muchos pescadores quieran salir ganando. Es tradicional que los grupos de presión impulsen iniciativas particulares que terminan siendo micos tributarios.
 

Por eso, el factor tiempo será fundamental a la hora de tomar decisiones sobre los impuestos.
 

Lo más grave es que dentro de los temas planteados por el Gobierno hay verdaderas cargas de profundidad.

La sola modificación del impuesto a la renta, que baja a una tarifa de 25% y crea un impuesto para financiar la salud, el Icbf y el Sena, representa una modificación de fondo al esquema de salud pública del país. Si se aprueba la propuesta, sería necesaria una reforma a la Ley 100, que deberá ser discutida el próximo año.
 

Pero como si eso fuera poco, la norma establece una gran cantidad de medidas antievasión y antielusión, como crear la figura del abuso tributario y las normas de paraísos fiscales, que exigirían una profunda discusión.
 

Temas gordos
 

El representante Ángel Custodio Cabrera señala que es necesario blindar la norma para que garantice que se seguirán cubriendo todos los rubros de Icbf, salud y Sena.

Según él, esta medida no se puede convertir en una manera de recortar recursos para ninguno de esos rubros.
 

Por su parte, el senador Camilo Sánchez propondrá la reaparición del impuesto a las remesas, de 7%, con el fin de gravar el giro de utilidades al exterior.

Para él, no es justo que hoy se estén yendo, en giro de utilidades, casi la misma cantidad de inversión extranjera que llega al país.
 

El tributarista Horacio Ayala señaló que reemplazar el impuesto a la nómina por un impuesto nuevo a la renta no garantizará la creación de más empleos.

Según él, ese experimento ya se realizó en una reforma tributaria de 1998 que creaba incentivos tributarios a la generación de trabajo. La norma no tuvo mayores éxitos y fue derogada.
 

Esta es apenas una lista de los temas trascendentales que serán discutidos este mes y medio que queda de debate legislativo. El tiempo es con lo que menos cuenta hoy el Congreso.
 

Por eso, el Gobierno tiene que ir con pies de plomo, porque en esta estrategia el tiro le puede salir por la culata. La reforma tributaria tiene muchas cosas positivas que podrían irse por la cañería, si no hay clima político para aprobarlas.
 

En el Congreso ya están manifestando su desacuerdo con los pocos días que le quedan a la agenda legislativa y el impacto que esto tendría en la discusión de los asuntos tributarios.
 

Un primer brote de inconformidad quedó planteado con la discusión del traslado presupuestal por $4 billones que aprobó recientemente el Legislativo. Varias voces se mostraron insatisfechas con la poca discusión de la medida.
 

Las alarmas están encendidas. El Gobierno puede estar jugando una carta agresiva en su agenda, pero en el Congreso el ambiente puede estar enrarecido para este tipo de debates “express”.

Nadie quiere que se repita lo que ocurrió con la reforma a la justicia. Ese fantasma recorre los pasillos del Congreso.

Tomado de: dinero.com