Este año cafetero que cerró mostró resultados que no se veían desde hace más de cinco años. Más de 12 millones de sacos era una meta lejana…
Este es un trabajo de estructura, no de coyuntura. Es decir, haber podido sembrar en Colombia más de 3.000 millones de árboles en variedades resistentes al cambio climático es cambiar la estructura productiva del país.

Es un trabajo que trajo como consecuencia un aumento de más del 30% y la recuperación de niveles a los que el país estuvo acostumbrado en otras épocas.

Así como están las cosas, ¿el año civil tendrá una cifra similar a la del año cafetero?

La proyección que tiene Cenicafé para el promedio país puede estar entre 11,7 millones de sacos. Puede tener una desviación del 5%, lo que puede poner la cifra en 12 millones. En términos generales, se ve que rondará por ahí.

¿Qué tanto preocupa El Niño a los cafeteros?

Más que asustados estamos efectuando acciones de adaptación y mitigación del cambio climático. Observamos con mucha preocupación lo que pasa, pero tomamos medidas como retomar los cultivos de sombra y semisombra (como los que existen en Santander). Es sólo una manera de prepararse ante un calentamiento.

De manera inmediata, vemos con preocupación que el fenómeno de El Niño tiene unas consecuencias complejas y otras favorables. Por ejemplo, plagas como la broca. Hemos insistido en las buenas prácticas, como el “re-re”.

¿No hay una infestación de broca?

El nivel promedio del país, por fortuna, está por debajo del 3%, o sea que es un nivel bajo. Sin embargo hay zonas en alerta como Caldas, Antioquia y el norte del Huila.

En materia de precios se ha puesto en evidencia un alza por encima de US$2. ¿Es sostenible ese nivel?

Son tiempos de inmensa volatilidad, en los que no se debe especular. En términos generales, uno podría decir que hay vientos a favor y lo que está pasando en Brasil es que las proyecciones de la cosecha actual y del próximo año cafetero, según coinciden los analistas, baja. Fue lo que la semana pasada volvió a jalonar el precio por encima de US$2.

Entonces, al bajar, franjas de US$1,80 a US$2 tienden a mantenerse. Así que uno diría que eso nos da un respiro. Vuelvo e insisto: no sólo Brasil interviene.

Segundo, ese gran demonio que fue para la caficultura la revaluación ha cambiado. Aunque el dólar aún es bajo para los exportadores agropecuarios, ayuda y compone mucho.

Así como están los precios internos, ¿la actividad camina sola?

De hecho, ya estamos andando solos. Eso no quiere decir que superamos todas las dificultades. Hay trabajo por hacer, como terminar de darle la vuelta a la parte productiva, y se debe pasar del concepto de productividad al de sostenibilidad. El negocio tiene que dar plata porque no aguanta para siempre perdiendo. Hay retos en bancarización, formalización del empleo, adaptación y mitigación, en fin. Además, este país necesita volver a sembrar agua, tener cuidado con los suelos e interconectar los bosques.

¿El año que viene, el país puede encaminarse hacia la senda de 13 millones de sacos?

Vamos a ver, porque si bien es cierto que la estructura es un factor determinante. El otro es el clima. Es temprano aventurar qué pasará con el clima. La otra razón determinante son las buenas prácticas, como la fertilización. Si eso funciona bien, la productividad irá subiendo de manera acompasada con el tamaño del mercado. Colombia no puede dar un salto de 12 a 15 millones si se queda con los sacos guardados.

El gran salto de productividad ya se dio y no es posible seguir creciendo al 30% anual. Como hicimos el cambio de árboles, lo otro se hará progresivamente.

¿Qué tanto preocupa a los caficultores la propuesta de reforma tributaria?

Como reforma, siempre es bueno buscar un país más equitativo. Los cafeteros somos pequeños productores y compartimos el principio de que quienes tengamos más, paguemos más impuestos. También compartimos el principio de qué pone el Estado (hay que trabajar en el tema de la corrupción, en la transparencia y la reducción de gastos).

Nos preocupa un poco la multiplicidad de impuestos. Finalmente, que queden los patrimonios gravados desde lo municipal, catastral, etc. Una actividad queda gravada entre el 47 y el 60% cuando se suman todos los impuestos. Nos preocupa que la acumulación de impuestos afecte a la caficultura de mayor formato. Ningún país aguanta esa carga y menos un productor cafetero.

¿Qué ha dicho el gremio cafetero frente a la propuesta de baldíos del Gobierno?

Pues, en nuestro concepto, el tema hay que mirarlo como la gobernanza de la tierra en Colombia. Allí intervienen factores como la tendencia y formalización de los predios. En café, por ejemplo, el 45% de los predios tiene títulos precarios. En algunos municipios, el lío es monumental, porque hay café en reserva forestal y de por medio hay títulos mineros. Hay que desentrabar esto para llegar a la formalización.

Las exportaciones se han apretado para el país. ¿Cómo ha afectado esto al café?

En términos de café, las exportaciones y la producción tienen números interesantes. Al final del año va a aumentar la participación del café en volumen y valor. En términos de agricultura, la caficultura será el gran jalonador de los indicadores de exportación, productividad y PIB. Me parecen relevantes el nuevo enfoque y el esfuerzo que se van a hacer de cara al desarrollo rural. Por ahí es el asunto.

¿Cuánto costará la cosecha cafetera de este año?

Vamos a ponerlo en pesos. El valor proyectado de la cosecha cafetera de este año puede estar en $5,5 billones. Es un volumen mayor al del año pasado, cuando llegó a $4,9 billones con subsidios de $1 billón.

¿Cuál sería la tasa de cambio ideal para los cafeteros?

Por encima de los $2.200 me empieza a sonar bien. Hagamos la cuenta: hace tres o cuatro años rondábamos los $2.800.

tomado de:https://www.elespectador.com/noticias/economia/cafeteros-preocupados-reforma-tributaria-articulo-522231