Según la entidad, no solo el Gobierno Central superó las metas establecidas, al terminar el año pasado con un déficit equivalente al 2,3 por ciento del Producto Interno Bruto –inferior en medio billón de pesos al presupuestado–, sino que el sector público consolidado consiguió un superávit del 0,45 por ciento del PIB, con lo cual se obtiene el saldo a favor más grande desde 1963.

A primera vista, lo sucedido es una buena noticia. Mientras en gran parte del mundo industrializado el dolor de cabeza es el descuadre de las cuentas fiscales, Colombia se da el lujo de cerrar la brecha sin apretarse el cinturón.
 

No obstante, una mirada más cuidadosa a las cifras revela que hay desarrollos positivos y otros que no necesariamente son motivo de congratulación. Dentro de los primeros, se observa que el Gobierno Central se benefició de un ahorro descomunal en el pago de intereses de su deuda. Gracias a los menores costos de colocación, los pagos estimados bajaron en cerca de 1,2 billones de pesos, parte de los cuales sirvieron para impulsar la inversión.
 

En cambio, salta a la vista que el sector descentralizado mejoró su balance, básicamente por su incapacidad de gastar el dinero que tenía asignado. En números concretos, mientras el Marco Fiscal de Mediano Plazo proyectaba un saldo en negro de casi 8 billones de pesos, el dato definitivo fue de 18,4 billones.
 

Semejantes ‘ahorros’ fueron resultado de varios factores, que van desde el efecto que tiene el cambio de administraciones regionales y locales en los proyectos de gasto –algo que sucede cada cuatro años–, hasta las mayores economías para contribuir al pago de la seguridad social de los entes territoriales.
 

Pero en este caso, fue evidente que el cambio en el régimen de regalías incidió en que se quedaran en caja 6,3 billones de pesos que, en teoría, debían financiar diferentes iniciativas a nivel municipal y departamental. Si bien ese hecho sirvió para que las cuentas públicas mejoraran radicalmente, el hecho de que un buen número de proyectos no se llevaran a cabo golpeó no solo el bienestar de la población, sino la propia marcha de la economía.
 

En tal sentido, es de esperar que en el 2013 se ejecute lo que está programado, sin que se pierda el control del gasto. Nada más, ni nada menos.

Tomado de:portafolio.co