Aunque el 72 por ciento de las instituciones de educación superior considera que sus recién graduados están listos para trabajar, el 39 por ciento de los empleadores opina que la falta de habilidades laborales de los egresados es la principal razón detrás de las vacantes que no logran llenar.

A su vez, cinco de cada 10 muchachos afirma que la educación superior no mejora sus posibilidades de encontrar trabajo.

Este es el panorama que plantea el estudio 'Educación para el empleo: diseñando un sistema que funcione', de McKinsey Center for Government, que pone de manifiesto la desconexión entre empleadores, instituciones educativas y jóvenes, y que sería una de las causantes de los elevados niveles de desempleo juvenil en el mundo: 75 millones sin trabajo.

El estudio de McKinsey se concentra en nueve países (Alemania, Arabia Saudita, Brasil, Estados Unidos, India, Marruecos, México, Reino Unido y Turquía), en los que se encuestaron a más de 8.000 jóvenes, empleadores e instituciones.

"Vivimos una tragedia donde personas de 15 a 24 años están desempleadas, a una tasa incontrolable, al mismo tiempo que muchos empleadores no encuentran jóvenes para empezar en los trabajos que buscan", le dijo a EL TIEMPO Diana Farrell, una de las autoras del estudio.

A esto se suma, advirtió, "que los proveedores de educación no están captando este dilema para evaluar qué están haciendo".

De acuerdo con McKinsey, el 28 por ciento de los jóvenes consigue su primer empleo antes de graduarse y un 26 por ciento tres meses después. El resto se toma 6, 12 y más meses para emplearse.

Sin embargo, solo el 55 por ciento de los que consiguen ubicarse laboralmente lo hacen en el mismo campo en el que estudiaron.

Pero esta situación, incluso, tiende a empeorar. Recientemente, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) alertó que la tasa de desempleo juvenil entre personas de 15 a 24 años –que hoy ronda el 12,9 por ciento– crecerá en los próximos años.

El caso más grave de desempleo juvenil se presenta en Europa, principalmente España, donde al menos cinco de cada 10 muchachos están desocupados.

En América Latina el 51,7 por ciento de los jóvenes no estudian ni trabajan y en México, particularmente, es del 23 por ciento.

En Colombia, según el Dane, el desempleo juvenil se ubicó en 20,3 por ciento en el primer trimestre del 2013.
Falta de competencias

La investigación de McKinsey menciona con preocupación que a pesar de que el 79 por ciento de las instituciones educativas expresan que es muy importante ofrecer aprendizaje práctico a los jóvenes, siguen siendo insuficientes las oportunidades del sistema en este campo.

Precisamente, esta competencia es vital para el 69 por ciento de los empleadores consultados.

Y casi 6 de cada 10 jóvenes cree que este aprendizaje práctico es un enfoque eficaz de capacitación, pero solo el 24 por ciento de los graduados de programas académicos y el 37 por ciento de programas vocacionales (oficios) manifiestan invertir la mayor parte del tiempo en este tipo de formación.

También juega en contra de las carreras técnicas y tecnológicas que la sociedad valora más los títulos profesionales. Así lo consideran dos terceras partes de los jóvenes encuestados.

El estudio de McKinsey Center for Government también revela que los jóvenes eligen "casi a ciegas" qué van a estudiar, pues por lo general desconocen las verdaderas posibilidades de empleo que tendrán en el futuro.
Cuatro de cada diez dicen no haber tenido acceso a información adecuada sobre el nivel de empleabilidad y los requisitos.

'Capacidades que piden empresas en Colombia no se logran en corto plazo'

Stefano Farné, director del Observatorio laboral de la Universidad Externado de Colombia, señaló que si bien no existe una perfecta conexión entre las capacidades de los jóvenes y las necesidades de los empresarios, la universidad no debe enfocarse exclusivamente en graduar jóvenes que tengan las habilidades que estos piden.

El experto en temas de empleo considera que "no todas las carreras dan para que haya un encuentro inmediato entre demanda y oferta. Hay muchas cosas que son teóricas".

Agrega que algunas de las capacidades y conocimientos que pide el sector productivo, como jóvenes bilingües, no es algo que se logre en el corto plazo. "Además, hay habilidades básicas que no son solo tarea de la universidad, como leer y escribir bien".

Juan Carlos Guataquí, docente de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, dice que los jóvenes llegan con muy bajos niveles de educación a la universidad, que se ha convertido en una especie de nuevo bachillerato.

El experto agrega que además persiste la inquietud acerca de cuál es el modelo de educación superior que debe seguir el país, tras la fallida reforma al sistema.

La viceministra de Educación Superior, Patricia Martínez, reconoce que no hay coincidencia entre oferta y demanda de habilidades ocupacionales, por lo cual el país avanza en la construcción de un marco nacional de cualificaciones, que busca sentar las bases para identificar aquellas competencias que se requieren para desempeñar labores básicas operativas y hasta directivas.

Dos ejemplos exitosos

La Universidad Minuto de Dios le ha apostado a crear espacios reales de interacción con el sector productivo.
"A través de las prácticas en las empresas que hacen todos los estudiantes sabemos qué perfil buscan los empresarios y si el que estamos creando está acorde con lo que ellos requieren", afirma Sandra Liliana Hernández, directora del Centro universidad-empresa de Uniminuto.

Semestralmente, la institución hace un seguimiento y evaluación del resultado de la práctica para revisar el plan de estudios y ajustarlo a las necesidades empresariales.

"Los proyectos de grado, por ejemplo, buscan generar soluciones a problemáticas reales en el sector empresarial", agrega.

Uniempresarial, otra institución de educación superior, también es un ejemplo exitoso de formación de talento humano competente que contribuye a la productividad de las empresas.

Estudio destaca al Sena y al observatorio laboral

El informe destaca de Colombia, entre más de 100 casos de 25 países, el observatorio laboral y ocupacional, dado que incluye detalles sobre las tasas de graduación y empleo de todas las instituciones educativas. Estos datos, resalta, permiten seguir la trayectoria de los estudiantes a lo largo del tiempo.

El Sena, según Diana Farrell, una de las autoras del estudio, también es un modelo destacado de formación para el trabajo.

De hecho, su directora, Gina Parody, busca capacitar a los jóvenes de acuerdo con las necesidades de los empresarios, de manera que se incrementen sus posibilidades de encontrar empleo una vez culminen sus estudios.
'Llevo más de 1 año buscando empleo'

Sandra Riveros, ingeniera química de 25 años, lleva más de un año sin empleo. Ha pasado por cuatro trabajos, donde en promedio ha durado 5 meses, y con un salario que no supera el millón de pesos. Y lo peor de todo: en casi todos no ha podido ejercer su carrera y le ha tocado volverse una experta en ventas. En este tiempo ha pasado al menos 20 hojas de vida sin éxito.

"A finales del año pasado tuve una crisis y llegué a pensar que lo que estudié no era lo que quería ni me servía profesionalmente. Descubrí que me gustan las redes sociales y acabo de hacer un curso virtual sobre Community Management, pero, al pasar hojas de vida con este perfil, me exigen ser profesional en comunicación social", afirma con tristeza.

Agrega que si bien la ingeniería química tiene aplicación en muchos campos, como le insistían sus docentes durante la carrera, el mercado laboral muestra una necesidad y realidad diferentes. "Al hacer el ejercicio de buscar empleo me encuentro con que ocho de cada 10 ofertas en esta profesión son para ventas, así que la academia no conoce muy bien la oferta empresarial".

¿Cómo cerrar la brecha entre sector educativo y sector empresarial?

El Informe "Educación para el empleo: diseñando un sistema que funcione", de McKinsey Center for Government plantea las siguientes soluciones:

- Empleadores pueden ayudar a diseñar planes de estudio y ofrecer a sus empleados como docentes.
- Instituciones educativas que brinden a los estudiantes la oportunidad de pasar la mitad del tiempo en un empleo y ofrecerles garantías de contratación.

- Llevar el aula al lugar de trabajo. Ubicar a los alumnos como pasantes o aprendices para adquirir experiencia. Los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo en el lugar del trabajo, aplicando lo que aprenden en clase. Esto se llama sistema dual, muy exitoso en Alemania.

- Llevar el lugar del trabajo al aula. Instituciones que utilicen simulaciones físicas (como un falso hotel o una mina de carbón) o simulaciones digitales o por computador.

- Mejorar comunicación entre el empleador y el joven para que sepan qué busca el otro y qué puede ofrecer.

Tomado de:eltiempo.com