Impacientes. Ansiosos. Expectantes. Estaban de un lado de la mesa, para dos, que les fue asignada. Al frente deberían sentarse los tres o cuatro potenciales compradores que pactaron una cita con ellos para saber de sus productos o servicios, para adquirirlos ahora o después.

En sus caras se veía la mejor disposición. Algunos de cachaco, otros más casuales, ya no estaban en la feria típica donde se dispone de la mejor manera lo que cada uno vende al consumidor final. No, aquí los negocios son a otro nivel de relación comercial.

Esto es una rueda de negocios, la primera para la gran mayoría de 50 emprendimientos seleccionados entre 250 ganadores del concurso municipal de Capital Semilla (ver recuadro).

Todos, formalizados y con una propuesta clara, acudieron ayer al pabellón azul de Plaza Mayor. Como parte de la Semana Global del Emprendimiento, los convocó el Banco de las Oportunidades del Municipio y la incubadora de empresas Créame, con el fin de superar uno de los grandes límites de los nacientes negocios locales: el acceso a mercados.

Pero había con qué seducir a los 50 compradores programados en 220 citas. Como lo certifica Diego Ángel Mejía, uno de los interesados en nuevos proveedores y gerente de El Caserito, una empresa de comidas a domicilio y para eventos empresariales.

"Tuve tres citas con empresas de productos de soya, galletería y lácteos. La verdad quedo muy sorprendido, se ve valor agregado, oferta de calidad y negocios estructurados. Ahora nos tendremos que sentar a hablar de precios y cantidades", señala Mejía, quien se independizó hace poco y viene de trabajar en grandes empresas.

Claro, el secreto diferenciador se veía en las mesas y se oía en los discursos bien preparados que cada uno tenía: desde quienes ofrecían jabones, humectantes y talcos ecológicos a base de yerbas medicinales y aromáticas, pasando por la solución tecnológica a la medida del marketing móvil, así como el exclusivo calzado biodegradable para mujer, hasta un aromático café de origen traído desde Concordia.

Los compradores pasan por empresas como Cavex, de productos de aseo y limpieza de alto desempeño industria pero ecológicos; o Sabores y Sentidos, fabricante de repostería apta para diabéticos y saludable para quienes tienen sobrepeso; así como ABC Fitness que ofrece soluciones de equipos para que discapacitados también puedan ejercitarse; y la lista sigue...

Y detrás de cada propuesta de valor están las historias de quienes se aventuraron a ser del emprendimiento una forma de vida, no solo una alternativa de ingresos.

Ingenio emprendedor

Es el caso de Susana Franco y Mauricio Cardona, esposos, sicólogos que suspendieron la carrera para irse al corregimiento Santa Elena, montar una biogranja, estudiar producción en bioinsumos y producción de plantas aromáticas. Hace tres años fundaron Ecozen.

"Arrancamos con jabón líquido de romero y néctar de sábila, ahora tenemos de menta, manzanilla, talco con tomillo, pomada caliente de eucalipto, hidratante labial", cuenta entusiasta Susana, de 23 años, que ya ve los productos que ella misma fabrica con Mauricio en varias ciudades del país.

Y agrega Mauricio: "ahora estamos terminando la carrera de sicología y nos ha servido para llegar a los clientes, saber leer sus conductas". Ambos tienen una meta: exportar.

A unas mesas de allí, también a la espera de compradores, están dos jóvenes con caras de ingenieros, y lo son, en productividad y calidad: Laura Cardona y Steven García, fundadores de Qreative Marketing.

Sus portátiles abiertos, un catálogo impreso de muestras de su trabajo, son el menú para seducir a empresarios interesados en capturar más clientes por medio de adaptaciones de sus sitios web a los celulares inteligentes (smartphones).

"Llevamos un año y ya han creído en nosotros Tres Cordilleras (cervecería) y varias discotecas y restaurantes de El Poblado que han entendido que pueden crecer en ventas y clientes si tienen una web de fácil acceso al usuario móvil para que haga consultas, reservaciones, muestre mapas, precios...", comenta Laura, de 26 años.

A ella y a Steven se les ve tan seguros de sí mismos que no les da pena reconocer que es su primera rueda de negocios, porque saben que ante cualquier interesado no es rebatible que el marketing móvil es el ahora para capturar más mercado.

Un par de filas más allá, está dos jóvenes morenos, uno de ellos con rastas. Él es John Jairo Pizarro Londoño, de 26 años, gerente de Ecocalzer, marca del producto final de un trabajo de dos años.

Esos bellos y coloridos zapatos para mujer que exhibe sobre la mesa, nacen de las manos de mujeres cabeza de familia víctimas del conflicto que cultivan fique en Santander. Luego llega a las manos de otro grupo de desplazadas, en el corregimiento San Antonio de Prado, que urden las fibras de manera artesanal para, finalmente, venderse en tres boutiques de Medellín, por ahora.

Este joven de la comuna 13, donde tiene sede la naciente empresa, ya tiene compradores interesados en Vancouver (Canadá). Y cuenta que con el Sena está en procesos de certificación de la fibra y los demás materiales de origen natural, distintos a los sintéticos y petroquímicos que usa el calzado tradicional.

"Nuestro producto tiene mucha acogida por toda la historia social y ecológica que tiene detrás, además cada par de zapatos son piezas únicas, y eso nos diferencia de esa competencia feroz de China, de bajo precio y de baja calidad", afirma John Jairo, ganador del concurso de Capital Semilla, en 2012

A otras mesas se llega por el olfato. Entre las filas dispuestas a fondo del pabellón para productos alimenticios está Nirvana, un café de origen que, a diferencia de lo que se ve en los supermercados, no tiene un precio alto y asegura calidad.

Su fundadora es Cristina Escobar, quien dejó un puesto administrativo en la Universidad Nacional, para volverla uno de sus primeros clientes del grano que cultiva su familia en Concordia y ella se encarga de tostar, moler y empacar en Medellín.

"Convertí en mi proyecto de vida hace dos años el trabajo de grado como ingeniería industrial de 2008. Sin ser una gran empresa también se puede ofrecer un café de más calidad sin mayores precios", comenta Cristina cuya primer venta fueron 20 libras y ahora ya tiene clientes que suman las 600.

Entre tanto, los compradores van llegando a sus puestos. Son citas de 20 a 30 minutos en que escrutan hasta el detalle los productos y las empresas nacientes que les ofrecen. Algunos toman notas en sus agendas, otros verifican directamente la calidad y piden precios. Los emprendedores se ven seguros, "sin carreta", responden a cada pregunta. Y sonríen, con esperanza.

Tomado de: elcolombiano.com