En Colombia, según los datos disponibles, la informalidad laboral afecta a más de 50% de los trabajadores no agrícolas, por encima de la tasa latinoamericana de 47,7%. Es evidente que es un nivel demasiado alto para un país en el que el crecimiento económico ha sido vigoroso. Estamos frente a un desafío de grandes dimensiones.
En todos los países latinoamericanos está presente la informalidad. Hay una gran cantidad de personas atrapadas en empleos de mala calidad, con ingresos bajos, inestables, sin derechos ni protección social.
El crecimiento económico es esencial para generar más empleos de mejor calidad, pero no es suficiente. Incluso si la región creciera al 4% anual, un nivel alto que, por cierto, ya no será alcanzado este año de incertidumbre, se necesitarían al menos 55 años para reducir los niveles de informalidad a la mitad. Este es un plazo demasiado largo, reñido con las aspiraciones de desarrollo de nuestros países.
Por lo tanto, para reducir la informalidad hay que poner en práctica políticas y acciones deliberadas que complementen el crecimiento económico. El primer paso es mejorar la medición y el diagnóstico de un fenómeno complejo y heterogéneo que, con frecuencia, se desarrolla en forma subterránea y tiene características diferentes según el territorio, sector, grupo de población o la edad en que se presente.
¿Qué trabajadores son informales? Las cifras disponibles nos indican, por ejemplo, que en América Latina hay altas tasas de informalidad entre los trabajadores por cuenta propia (83%), los trabajadores domésticos (77,9%), los empleadores (36,3%) e incluso los salariados en las empresas (29,3%).
Casi el 80% del empleo en esta región es generado por el sector privado. Hay unas 58,8 millones de personas que tienen un negocio, pero la gran mayoría, 48 millones son unidades unipersonales, y otras 8,5 millones son micro y pequeñas empresas con menos de cinco empleados. En ambos casos, predomina la informalidad.
En la lucha contra le informalidad, es crucial revisar las normas y estándares para facilitar el cumplimiento por parte de empresas y trabajadores. También son relevantes las estrategias de incentivos para la formalización, de manera que sea considerada como buen negocio.
Y desde luego, mejorar la capacidad de la administración pública para la inspección del cumplimiento de las leyes. Educación y formación de los trabajadores, innovación y desarrollo tecnológico, simplificación de trámites, articulación productiva, acceso a mercados, también son esenciales.
El tema de la productividad es muy importante. Uno de los principales problemas que enfrenta la región es un nivel bajo de productividad. Desde el 2000, la productividad aumentó 10% en la región, inferior al 85% registrado en Asia emergente.
Este combate a la informalidad debemos realizarlo conscientes de que vivimos una realidad muy dinámica: cada año se incorporan al mercado de trabajo de la región unos 5 millones de personas, la mayoría jóvenes. Esto significa que de aquí al 2020 habrá que generar unos 40 millones de empleos formales, solo para que no empeore la situación actual.
Los datos en cuanto a la presencia de la informalidad en esta región son elocuentes. En momentos en los cuales la situación económica es positiva es importante que los países pongan en marcha los motores de la formalización.
Tomado de: Portafolio.co