El propósito del gobierno nacional de desatrasarse en materia comercial se está cumpliendo a pasos acelerados. Luego de años de ver cómo naciones como Chile y Perú llevaban la delantera en la firma de tratados de libre comercio (TLC) con diversas economías del mundo, Colombia decidió no dejarse coger más ventaja de la globalización.
En los últimos días ha demostrado que la apuesta por una mayor inserción internacional no tiene reversa. Así quedó comprobado tras el cierre de las negociaciones con Israel, Panamá y Costa Rica; el fortalecimiento de las relaciones comerciales con la Alianza Pacífico, un bloque del que hacen parte México, Chile y Perú; con el anuncio de que se agilizará la puesta en marcha del TLC con la Unión Europea antes del 31 de diciembre de este año y con la decisión de emprender negociaciones con los países del Asia. Ya se dio un primer paso con el acuerdo con Corea que pasa a la aprobación del Congreso colombiano.
Con el cierre de estas negociaciones el país completa 14 acuerdos comerciales que le permitirán tener acceso a un mercado de más de 1.500 millones de consumidores. Este es un gran salto si se tiene en cuenta que hace dos décadas Colombia apenas tenía vínculos comerciales con sus países vecinos a través de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Hace diez años el comercio exterior no superaba los 50.000 millones de dólares y hoy es más del doble. El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados, ha insistido en que los TLC son una buena herramienta para lograr un mayor crecimiento, fomentar las exportaciones no tradicionales y por esta vía crear nuevos puestos de trabajo.
Sin embargo, las críticas a las múltiples negociaciones que ha emprendido el gobierno en los últimos meses han crecido como espuma, especialmente por parte de la industria y el agro que ven 'pasos de animal grande' y una competencia muy desigual por el ingreso masivo de productos. Dirigentes gremiales sostienen que hay muchos TLC, pero la oferta exportadora colombiana es muy limitada –el 70 por ciento de las exportaciones son productos básicos como petróleo, carbón y café–.
Insisten en que no se pueden abrir las puertas de par en par porque muchos productos, especialmente los que provienen de los países asiáticos, llegan con precios muy bajos que representan una competencia desleal. El gobierno ya ha adoptado medidas para proteger a los productores de confecciones y calzado y es posible que se extiendan a otros sectores afectados.
Pero hay más retos por superar. Además de ampliar la oferta exportadora, de que las empresas sigan adelante con los procesos de reconversión industrial y de vender productos con un mayor valor agregado, hay que eliminar los grandes obstáculos que pesan sobre el sector productivo y aumentan sus costos. El más importante, sin duda, es la infraestructura, que se ha convertido en un gran lastre: sale más costoso enviar un contenedor de Bogotá a Buenaventura que de este puerto del Pacífico a Shanghái. Y así es muy difícil competir en un mundo cada vez más globalizado.
Tomado de: semana.com