Uno de los aspectos más positivos del desempeño económico de los países latinoamericanos durante la última década ha sido la acumulación de reservas internacionales, que hace que la región sea menos vulnerable y propensa a sufrir las crisis económicas o financieras. Sin embargo, este crecimiento se ha dado en un momento en que las condiciones de los mercados financieros internacionales dificultan su inversión bajo los parámetros tradicionales de seguridad, liquidez y rentabilidad empleados por los bancos centrales.

Los países emergentes, y en especial los latinoamericanos, han acumulado una cantidad significativa de reservas internacionales en los últimos 10 años. Este fortalecimiento del blindaje financiero de nuestras naciones mitigó de forma importante el impacto de la crisis financiera del 2008 y las posteriores réplicas, incluida la crisis de deuda europea que estamos atravesando.
 

Esta acumulación de recursos financieros se ha dado en un periodo en el cual la tarea de invertirlos se ha hecho más difícil. Tradicionalmente, los bancos centrales han invertido sus reservas en activos de una alta liquidez y seguridad crediticia con el fin de contar con los recursos de forma rápida en eventos de crisis, típicamente en títulos soberanos europeos y títulos del Tesoro de Estados Unidos.
 

Sin embargo, desde la crisis del 2008, la calidad crediticia de muchos de estos destinos se ha deteriorado y, así mismo, la de muchas instituciones financieras globales que sirven como contrapartes para canalizar estas inversiones.
 

Por otra parte, las políticas económicas y monetarias adoptadas por los países desarrollados para reactivar sus economías han llevado las tasas de interés a niveles mínimos históricos, incluso inferiores a las tasas de inflación, y con ello la rentabilidad de las inversiones de renta fija ha disminuido significativamente.
 

Esto es, de cierta forma, un contrasentido, en la medida en que el aumento en los niveles de riesgo no ha estado acompañado de mayores tasas de rentabilidad de las inversiones.
 

Esta situación plantea un reto importante para los inversionistas y los bancos centrales, en términos de lograr un equilibrio entre la seguridad y liquidez, y la rentabilidad de las inversiones, debido a que la forma en que estos objetivos pueden alcanzarse ha cambiado de modo definitivo.
 

No obstante lo anterior, la actual situación es una oportunidad para cambiar el método en que se gestionan y se evalúa el desempeño de las carteras de inversión en los bancos centrales y fondos públicos. En la actualidad se hace demasiado énfasis en el desempeño de cada activo individualmente, sin evaluar lo que realmente importa, que es el desempeño de las inversiones como un conjunto, como un portafolio.
 

En el mundo de las inversiones, se gana en unas ocasiones y se pierde en otras, pero lo importante es que el agregado sea positivo. Para esto se hace uso de la frase popular 'no poner todos los huevos en una misma canasta', lo que en teoría financiera se denomina diversificación. Bajo este concepto, lo fundamental es que cuando un activo financiero presente un desempeño pobre, incluso pérdidas, los demás produzcan un retorno positivo mayor, y lo deseable es que esta situación se prolongue en el tiempo, con lo cual, al final del periodo de inversión, se podrá contar con una mayor riqueza.
 

En síntesis, el entorno actual presenta complicaciones importantes a los inversionistas para lograr los objetivos de seguridad y liquidez de la forma tradicional en que se venía haciendo, desde hace ya varias décadas. Las inversiones en los destinos tradicionales ya no son libres de riesgo y tampoco presentan rentabilidades atractivas. Es probable que esta situación se prolongue por varios años más, lo que con seguridad implicará pérdidas en el valor real de las inversiones.
 

Para atacar esta problemática, es necesario explorar nuevas formas de gestión de carteras de inversión, considerar tipos de activos que tradicionalmente no son elegibles para inversionistas de fondos públicos, nuevas estrategias y horizontes de inversión. Sin embargo, estos cambios implican riesgos importantes que hacen necesario mejorar las capacidades humanas y técnicas internas para llevar a cabo una gestión y un control adecuados.
 

El desarrollo de estas capacidades, obviamente, implica costos, pero estos son inferiores, con seguridad, cuando se comparan contra los beneficios de una mejor gestión de las carteras de inversión públicas.
 

En este contexto, el Flar, dentro de su misión de mejorar las condiciones de inversión de las reservas internacionales de los países de la región y convertirse en un centro generador de debate y conocimiento, ha organizado el 'Seminario para la gestión de riesgo de crédito en carteras de inversión de bancos centrales y fondos públicos'. El objetivo de este evento es conocer los más recientes avances en materia de medición, control y gestión de riesgo de crédito en portafolios de inversión, y compartir las experiencias y los desarrollos en la materia de un grupo de 19 bancos centrales e instituciones públicas de América.

Tomado de:portafolio.co