Numero 1616, 19 de Octubre de 2015.

Entre las muchas manifestaciones de esta académica, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, nos ha llamado la atención su observación según la cual el trabajo del IAESB no es otra cosa que un benchmarking. Algunos no se dan cuenta de ello y otros no le atribuyen la importancia que tiene. Varios sectores de la profesión contable colombiana no dan importancia a IFAC y a sus 2,84 millones de contadores cubiertos por sus afiliados. Hay que tener claro que es la más importante organización de contadores del mundo, tanto por su tamaño como por el reconocimiento que ha logrado de otros estamentos de la sociedad mundial. Otros deben pensar en lo que significa ser capaz de revisar los modelos de educación contable en 130 países. Esto si es tener una visión mundial, no limitada a la lengua castellana ni a las profesiones iberoamericanas. Algunos, en su lucha nacionalista, no nos dejan mirar el mundo en su plenitud. Con los ojos bien abiertos podemos percibir la integridad de la profesión contable mundial, con sus características comunes y sus diferencias particulares.

Otra manifestación de esta académica dedicada a estudiar la pequeña y mediana empresa, tiene que ver con las evaluaciones que practicamos. Hoy se habla que los profesionales deben distinguirse por unas competencias, las cuales son el resultado de la integración de conocimientos, habilidades, actitudes y valores. Sin embargo, las pruebas académicas se centran fundamentalmente en los conocimientos, así se planteen al estudiante ejercicios o problemas. Es muy claro que el mejor escenario de evaluación es el mundo del trabajo y por ello las pasantías o prácticas empresariales tienen que tener un mayor nivel, un mayor tiempo y una estructura académica a través de la cual el estudiante sea evaluado tanto por profesores como por funcionarios empresariales. No se trata simplemente de que las empresas contraten a los mejores, sino de que ellas asuman el papel que les corresponde en el proceso educativo. No faltan los que advierten de los peligros de una formación técnica, deshumanizada, por varios llamada profesionalizante. Que la educación deba ser integral, incluir las humanidades, formar para el bien común, incluyendo para la investigación, no significa que no deba considerar la experiencia práctica de la empresa, en donde finalmente todas las competencias se concretan en desarrollos específicos.

En concreto, las firmas de contadores tienen un papel importante que asumir en la formación de los futuros profesionales. No basta que se quejen de la mala formación de los recientes egresados. Es necesario que contribuyan con el adiestramiento de los futuros colegas, echándose encima los perendengues de la educación formal. Esto es mucho más que impartir formación técnica.

Hernando Bermúdez Gómez