(El Tiempo) La desigualdad después de pagar los impuestos al fisco solo baja un punto en Colombia.

En el pobre crecimiento de la economía colombiana que se espera en el 2017 (1,8 por ciento, según el Banco de la República) tiene todo que ver la gran falla con la que fue aprobada la reforma tributaria del año pasado: no logró incluir que los que más tienen paguen más (progresividad).

 
Esta reforma tributaria, como inclusive lo previó el Plan de Desarrollo del cuatrienio vigente, iba a ser utilizada, entre otras, como una de las estrategias para generar la tan esquiva equidad en el país, pero no le hizo ni cosquillas a la progresividad en el pago de impuestos.

Esa es la certeza que hoy tiene Ricardo Bonilla, uno de los comisionados que participaron en el equipo que sugirió la reforma tributaria que debe hacer Colombia y que aún sigue estando pendiente, pues, según el experto, pasados dos o tres años habrá que volver a intentar con otra, porque en esta no se logró.

“Varios organismos internacionales han evaluado y comparado la estructura de ingresos de la relación tributaria y establecen que en países de Europa, la diferencia en la distribución del ingreso antes y después de impuestos puede variar hasta 10 o 15 puntos. En Colombia esa diferencia se potencia en 1, de 0,54 a 0,53”, expresa Bonilla.

El exdirector de la Dian Horacio Ayala también lo ha analizado en varias oportunidades. “Los contribuyentes no pagan en proporción a su capacidad económica y los empresarios les cargan los impuestos que pagan al valor de los productos y servicios, lo que conduce a que aun en épocas de crisis suba la desigualdad”.

Eso es precisamente lo que está sucediendo en estos momentos, los hogares no compran, los comerciantes no venden, la industria no produce por la escasa confianza en un cambio.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) lo había advertido en documentos recientes, según los cuales la alta desigualdad de ingresos y el poco uso de la política fiscal para redistribuir puede afectar negativamente la estabilidad macroeconómica.

Es así como el gasto de los hogares en abril, el más reciente, medido por la firma Raddar, cayó en 1 por ciento, tras venir de una estrepitosa reducción en enero, cuando llegó a su nivel más bajo desde el 2003 (-3,5 por ciento). Este panorama tiene varias razones, pero una de las que poco se mencionan es la que señaló la Cepal: “América Latina no ha sabido utilizar la política fiscal, los impuestos, como motor del desarrollo e instrumento para reducir la pobreza y la desigualdad”.

Según Bonilla, donde se logra una reducción sustancial de las brechas entre pobres y ricos después del pago de impuestos es porque “las personas naturales pagan más que las personas jurídicas. La tributación no se concentra en las rentas de trabajo, sino que van a las rentas de capital, los arriendos, intereses, dividendos, ganancias, utilidades. Y algo especial, la propiedad de las empresas queda diferenciada de la participación de sus propietarios como personas naturales. Es decir, las empresas no cubren los gastos de los propietarios ni los incorporan dentro de las mismas para que sean deducibles o no sean objeto de impuesto, porque no aparecen como ingresos propios, sino como costos de las empresas”.

Poco interés

Todo lo que no se debe hacer con los impuestos sigue pasando en el país, pese a que la propuesta original de la comisión de expertos tributarios que sugirió la reforma que se necesitaba, planteaba la corrección de algunos errores. Al final, solo quedaron muy pocas de las recomendaciones.

Por ejemplo, la de las normas Niif (contabilidad internacional), de manera que “sean más rigurosas en términos de que las empresas tengan una valoración más efectiva de sus activos y con eso las empresas opten por renunciar a los activos improductivos socialmente, como las acciones en los clubes de los dueños, las casas en las que viven y los medios de transporte de los empresarios, que aparecen como si fueran de las empresas y los propietarios, sin ingresos”, explica Bonilla.

Con todo eso, la reforma tributaria se quedó corta en materia de equidad y no resolvió los problemas territoriales. “Obligatoriamente tendría que venir otra reforma que resuelva esos temas y ojalá sin necesidades de caja. Porque esta se quedó resolviendo las necesidades de caja. Hay que esperar que en dos o tres años no volvamos a resolver lo mismo”, advirtió Bonilla, que estima que gran parte del freno para hacer lo que se necesita en materia tributaria está en el Congreso.

MARTHA MORALES MANCHEGO
Redacción Economía y Negocios