desempleo

Fuente: https://elnuevosiglo.com.co/

La Asobancaria cree que este es momento para modificar las estructuras que impiden el cubrimiento de vacantes y el surgimiento de nuevas plazas.

DE NO reformar radicalmente las estructuras del mercado laboral, tampoco se podrá reducir drásticamente el desempleo en el país en este periodo de pleno crecimiento de la economía.
Así lo considera un reciente análisis de la Asociación Nacional de Banqueros, Asobancaria, al revisar el proyecto de Ley de Formalización y de Primer Empleo que presentó el Gobierno al Congreso y que actualmente hace curso en el cuerpo Legislativo.

Indica el informe que hasta ahora, para combatir el desempleo y la informalidad, el Gobierno se ha concentrado en acelerar el crecimiento, asignando mayores recursos a los sectores con base en los cuales espera halar el resto de la economía: agropecuario, vivienda, infraestructura, educación e innovación.

Asimismo, el proyecto de Ley de Formalización y del Primer Empleo intenta aminorar algunas de las rigideces estructurales del mercado laboral y en la misma línea ha anunciado una reducción de aranceles y eliminación de la sobretasa de 20 por ciento al cobro de energía.

A juicio de los investigadores de la Asobancaria, “el foco del Gobierno parece puesto más en los determinantes coyunturales del desempleo y la informalidad, que en los estructurales. Cabría preguntarse si este no resulta el momento propicio, dado el capital político de Presidente Juan Manuel Santos, para adelantar una reforma que elimine de raíz los sesgos estructurales en contra de la generación de empleo formal”.

Recuerda el gremio financiero que con la crisis de 1999 el desempleo en Colombia subió a niveles cercanos a 20 por ciento, pero durante el auge económico no se redujo persistentemente por debajo de 10 por ciento y hoy se mantiene cerca de 12 por ciento, que es uno de las mayores de América Latina.

“Sin duda, las rigideces y las instituciones de nuestro mercado laboral incrementaron la tasa de desempleo natural en las últimas dos décadas. Una de las preguntas más debatidas en la actualidad en Estados Unidos, “¿por qué el crecimiento no genera suficiente empleo?”, puede ser planteada también en Colombia”, indica la Asociación.

Argumenta la entidad que en el largo plazo, las condiciones estructurales del mercado laboral en Colombia han creado un sesgo en la generación de empleo en favor del trabajo moderno, el cual aumentó a 3,9 por ciento anual promedio entre 2002 y 2007.

“La fuerza de trabajo en esta categoría tiene educación secundaria o algún grado de instrucción superior. Debido a su calificación más alta y mayor productividad, ésta recibe la mejor remuneración: entre los empleados con estas características, 90 por ciento recibe un salario mínimo o más. Gracias al sesgo, esta modalidad concentra actualmente 63 por ciento del empleo urbano y 46 por ciento”, dice el análisis.

En contraste, el empleo asalariado para trabajadores menos educados se incrementó a una tasa de solo 1,7 por ciento anual promedio. Por eso, una proporción cada vez menor de trabajadores no calificados logra emplearse por un salario, lo cual obliga a una parte creciente de ellos a hacerlo informalmente. En consecuencia, el empleo informal aumentó aceleradamente en las dos últimas recesiones.

En el trimestre móvil marzo–mayo de 2010, 51,4 por ciento de los ocupados y cerca de 60 por ciento de las empresas eran informales. Por su baja calificación y menor productividad, los trabajadores no asalariados difícilmente perciben el salario mínimo: 60 por ciento de los empleados urbanos con estas características obtienen una remuneración menor.

Por otro lado, en el transcurso de las últimas dos décadas, como efecto de la reducción de los aranceles y la liberación de las importaciones, del fortalecimiento del peso, de las bajas tasas de interés, de las exenciones y los beneficios tributarios para estimular la inversión y del alto costo del trabajo formal, se produjo un cambio técnico que favorece la incorporación de capital y de trabajo calificado respecto del no calificado.

Al mismo tiempo, el incremento del salario real y su vinculación con los costos laborales no salariales —parafiscales, contribuciones a la salud y las pensiones, cesantías y vacaciones— incrementaron el costo del trabajo formal. En consecuencia, el precio relativo del capital respecto del trabajo disminuyó.
El abaratamiento relativo del capital condujo a que su intensidad por trabajador no calificado aumentara, a que la razón entre este tipo de trabajo y el producto cayera y a que la demanda por trabajadores calificados se incrementara.

Desafortunadamente, el perfil de la oferta —la composición de la Población Económicamente Activa— no se adecuó debidamente al de la demanda, de modo que crecieron el desempleo y la informalidad. En estas condiciones, la informalización del empleo y el desempleo se convirtieron en fenómenos estructurales, cuyas tasas permanecen altas inclusive en las etapas de auge del ciclo económico.

Otra de las razones para exigir una reestructuración de fondo, es que los costos laborales no salariales (CLNS) en Colombia agregan un poco más de la mitad (54,2 por ciento) de un salario al valor del trabajo formal. Por este motivo, contribuyen a originar y preservar excesos de oferta en el mercado laboral, que mantienen alto el desempleo o inducen la informalidad.

Tomado de: https://elnuevosiglo.com.co/economia/nacional/14329-el-desempleo-no-bajara-sin-reformas-al-mercado-laboral.html