La presentación que hizo en Cartagena el Nobel de economía Cristopher Pissarides durante el congreso de la Asociación de Fondos de Pensiones hace pensar que la política laboral en Colombia tiene muchas fallas. El profesor dijo que los desafíos a los que debe responder una política laboral son incrementar la productividad y mejorar el estándar de vida de la fuerza laboral, reducir la desigualdad y el desempleo, e incrementar la participación laboral y el empleo. Al parecer, no se está cumpliendo con ellos, pues él estima que el desempleo debería ser considerablemente inferior; el empleo y la participación, superiores; la productividad, significativamente mayor, y la informalidad, muy inferior.

El crecimiento de la productividad laboral en Colombia entre 1990 y el 2011 fue del orden del 30 por ciento, inferior al de América Latina y la Ocde (entre 40 y 45 por ciento), y muy inferior al de los países de la Ocde con ingresos inferiores o iguales a la mediana de esa organización, que duplicaron su productividad durante ese mismo período. Esta es una de las razones por la cuales Colombia ha perdido competitividad y es tan vulnerable a la revaluación.

Otro problema que es común en América Latina es la desigualdad. En Colombia, la relación entre el ingreso de las familias que están en el 10 por ciento más alto y el de las del decil más bajo es de 12 veces. En la Ocde esta relación es de 4 veces, y en los países escandinavos es 3 veces.

La informalidad en Colombia, superior a 50 por ciento, es bastante más alta que la de Brasil o México (39 y 42 por ciento, respectivamente) y prácticamente el doble de la de Chile. La informalidad desestimula la capacitación y la educación de la fuerza laboral, induce bajas tasas de crecimiento de la productividad y da lugar a una brecha enorme ente los ingresos de los trabajadores del sector formal y los del sector informal.

También es un factor que establece enormes diferencias entre regiones. En Bogotá, por ejemplo, donde la informalidad es del orden del 40 por ciento, el ingreso es 3 veces superior al de la región del Pacífico, en donde la informalidad llega a 70 por ciento.

Otro efecto de la informalidad que incide sobre la desigualdad es que fuerza a los gobiernos a depender excesivamente de los impuestos al ingreso de trabajadores formales, con lo cual se induce una mayor informalidad, y de los impuestos al consumo, que no son redistributivos. Sustrae empleo del sector formal y priva a esos trabajadores de acceso a la seguridad social, lo cual, a su vez, redunda en menor ahorro y menor inversión.

La informalidad trae consigo bajas tasas de crecimiento de la productividad, sistemas tributarios que no son progresivos y baja seguridad social y laboral. En esas condiciones, el mercado laboral tiende a estancarse y genera menores e inferiores oportunidades de empleo, particularmente de los jóvenes, contribuyendo a la desilusión y al crimen.

Entre los factores que inducen informalidad, Pissarides destaca impuestos altos, cargas laborales y salario mínimo. La reforma tributaria reciente redujo las cargas laborales, pero elevó los impuestos de los trabajadores. El salario mínimo es muy alto, en concepto de Pissarides, porque es superior al 45 por ciento del salario promedio.

En México ese porcentaje es 20, en Estados Unidos es 30, en la Ocde es 40 y en Colombia llega al 70 por ciento, que es excesivo. Pissarides propone que se ajuste en el futuro solamente con la inflación pasada y que se establezca un salario mínimo inferior para los jóvenes y para los sectores menos productivos, compensando el ingreso de los más pobres con subsidios (¿como Familias en Acción?).

Tomado de:eltiempo.com