Y no es difícil imaginar que un potencial empleador trate de hacerse una idea de la personalidad de un posible futuro empleado con base en la información que ya está disponible digitalmente en la web.

Pero ¿hasta qué punto estamos dispuestos a que nuestros jefes rastreen cada uno de nuestros movimientos y actividades, incluso cuando estamos en casa?

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Esto comienza a ser realidad en muchas empresas, que ya están utilizando ‘wearables’ –las tecnologías para llevar puestas– a fin de rastrear los hábitos y actividades de los empleados.

Empresas como BP, ebay, Bank of America, y más recientemente Coca-Cola, incentivan a los empleados a utilizar brazaletes digitales para monitorear sus actividades diarias, incluyendo sus rutinas de ejercicios, sus horas de sueño, entre otros.

En estos casos, utilizan estos dispositivos como parte de programas dirigidos a mejorar la salud y el bienestar de sus trabajadores y no necesariamente tienen acceso a los datos individuales. Pero las cifras generales son suficientes para hacer una correlación entre el bienestar de los empleados y la productividad.

Y la tecnología también está empezando a ser utilizada para rastrear el desempeño de los empleados en el trabajo día a día.

“La aplicación de esta tecnología está creciendo virtualmente en todos los sectores de la economía”, le dijo a BBC Mundo Chris Bauer, director de innovación de la Universidad Goldsmiths de Londres.

Desempeño en el trabajo

Un ejemplo del uso de wearables para monitorear desempeño está en la cadena de supermercados británica Tesco.

En muchos de sus establecimientos los empleados llevan brazaletes que rastrean sus movimientos, los productos que están manejando, pronostican el tiempo en el que deberían terminar una tarea y cuantifican al dedillo sus pasos entre los pasillos del supermercado.

El brazalete ofrece retroalimentación instantánea a los empleados cuando una tarea ha sido completada en el tiempo determinado, o los impulsa a apresurarse si no la han completado.

Mientras que en Las Vegas, Estados Unidos, los empleados de una tienda de sándwiches graban su rutina con el uso de los lentes de Google y luego sus jefes evalúan su desempeño con base en esa información.

Pero, ¿funciona? ¿Hasta qué punto monitorear la actividad de los empleados puede mejorar su desempeño?

Los resultados preliminares de un estudio que encabezó el doctor Chris Bauer, de la universidad Goldsmiths de Londres, sugieren que sí, le dijo el académico a BBC Mundo.

En la investigación se les pidió a unos 220 empleados de la agencia publicitaria británica Mindshare que portaran tres tipos de dispositivos wearables: un brazalete llamado medidor de la aceleración, un monitor de la actividad cerebral y un dispositivo para rastrear movimiento y postura.

Además del movimiento, la postura y la actividad cerebral, los dispositivos rastreaban 24 horas al día otras cosas como temperatura, exposición a la luz, patrones de sueño, entre otros aspectos.

Durante el estudio, esos instrumentos generaron 3 o 4 gigabytes de información por día por cada empleado.

Comparación de datos

La información fue analizada para buscar tendencias y también para comparar indicadores como el rendimiento de los empleados.

“Esto permitió obtener detalles muy específicos, como, por ejemplo, si la productividad mejoraba cuando los empleados salían fuera del edificio durante el almuerzo, en comparación cuando permanecían adentro”, contó Bauer.

“También si los patrones de sueño tenían relación con cuán alerta estaban en el trabajo al día siguiente”.

Según el investigador, como resultado de esto, la productividad aumentó en un 8,5%, y la satisfacción en el trabajo en un 3,5%, aunque advierte que estos datos son muy preliminares y no conclusivos.

Pero la revista británica New Scientist también cita el caso de Autodesk, una firma en California que reportó un cambio significativo en la conducta de los empleados que optaron por usar Fitbits, un monitor de actividad en forma de brazalete.

Y también menciona el caso de un centro de llamadas del Bank of America, en el que los empleados portaron un sensor para medir como interactuaban con otros colegas.

El sensor reportó datos sobre dónde los empleados iban y con quien hablaban, y cómo el tono de su voz y sus movimientos cambiaban durante el día.

Los datos arrojaron que los empleados que eran más sociables eran también más productivos. Entonces el banco cambió la estructura de la oficina para motivar a los empleados a conversar más entre ellos.
Efecto opuesto

Otros expertos, sin embargo, dudan sobre el impacto positivo de estos dispositivos en la productividad.

Ethan Bernstein, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, señala que pueden incluso llegar a tener el efecto contrario, debido a lo que califica como “la paradoja de la transparencia”.

Bernstein señala que mantener a los trabajadores bajo observación puede reducir su efectividad en el trabajo y llevarlos a hacer trampas o a ocultar información.

Y plantea que, en vez de concentrarse en hacer un buen trabajo, los trabajadores pueden obsesionarse con cumplir con metas establecidas en esos sensores en vez de responder con creatividad y tomar riesgos.

Según Bernstein, mantener ciertos espacios de privacidad en el trabajo puede, de hecho, resultar más productivo.

Y más allá de la discusión sobre si ayudan o no a la productividad, el uso de los estos dispositivos puede abrir la puerta a un futuro similar al que plantea George Orwell en su novela 1984, en la que se cuenta la historia de un individuo que es observado 24 horas por “el Gran Hermano”.

“Debe haber reglas claras para impedir que esta tecnología sea usada en detrimento de los empleados”, le dijo a la revista New Scientist Arthur Caplan, bioeticista de la Universidad de Nueva York.

Y es que si dispositivos como los utilizados en la investigación de la Universidad Goldsmiths fueran usados 24 horas, como en ese caso, permitirían crear un perfil detallado de un empleado.

No es difícil imaginar entonces a los jefes tomando decisiones sobre a quién despedir o a quién promover en base a la interpretación de esos datos.

Y es difícil ver en este escenario “dónde termina la vida laboral del empleado y su vida privada”, dice Caplan.

Bauer, sin embargo, resalta que sería absurdo que las empresas no empiecen a utilizar los datos generados por estos dispositivos para decidir quién está en condiciones para pujar por “ese contrato millonario que la organización quiere ganar”.

Y pone como ejemplo el mundo de los deportes, donde se monitorea 24 horas a los atletas, tanto dentro como fuera del campo de juego, para aumentar su rendimiento.

“De forma similar, vamos a ver el uso de esta tecnología en una amplia variedad de negocios”, señaló Bauer, quien anticipa que esto va a ser parte integral del contrato de trabajo.

Una propuesta que seguramente resulta muy atractiva para el mundo de los negocios. Pero que le pone los pelos de punta a muchos en varios sectores, incluyendo organizaciones de defensa de derechos civiles y de los trabajadores.

tomado de:https://www.finanzaspersonales.com.co/trabajo-y-educacion/articulo/la-tecnologia-jefes-siguen-pasos-empleados/56015