Un análisis de Fedesarrollo revela algunos de los efectos negativos del actual sistema de fijación del salario mínimo. Las distintas regiones del país registran distintos niveles de sueldo medio, explicados así: mientras el salario promedio en las 13 principales ciudades es casi dos veces el salario mínimo, en el resto de cabeceras urbanas es 1,5 veces y en el sector rural el salario promedio es igual al salario mínimo.

Por eso, según Fedesarrollo, “en la medida que el salario mínimo esté más cerca del salario promedio es más probable que la población que tiene una productividad por debajo de la productividad promedio presente dificultades consiguiendo un
empleo formal”.
 

El centro de investigaciones asegura que lo que se consiguió con ese modelo fue ampliar las brechas, en vez de cerrarlas, pues “la tasa de informalidad en las 13 principales ciudades se ha encontrado en promedio más de 20 puntos porcentuales (pps) por debajo de la informalidad rural. Mientras que en las 13 principales ciudades el 30% de los asalariados ganan menos de un salario mínimo, dicha proporción es del 70% en el sector rural (sin cabeceras)”.
 

Para Fedesarrollo, como está actualmente planteado el salario mínimo en Colombia no se guarda una proporción con los niveles de productividad y esto genera “desempleo, informalidad, pobreza y desigualdad. Si bien la solución de largo plazo a estos males se fundamenta en tener una política educativa que genere una población más educada y con mayor productividad, la solución de corto plazo consiste en suavizar las rigideces y los altos costos del mercado laboral”.
 

Según Fedesarrollo, que presentó el informe de mercado laboral recientemente, la implementación de un salario mínimo regional ayudaría a que el salario mínimo en las regiones “recobre su verdadera naturaleza de mínimo, aumentando de esta forma su efectividad en la distribución del ingreso y en la reducción de la pobreza”.
 

Así mismo, este modelo contribuiría a que la población con productividad por debajo del promedio pueda acceder a un empleo formal, “disminuyendo de esta manera los grandes niveles de desempleo e informalidad en las regiones en las cuales el salario mínimo compone en un gran porcentaje el salario promedio. Y, finalmente, permitiría que los ajustes salariales tuviesen en cuenta las magnitudes y crecimiento del costo de vida de cada una de las regiones”.
 

Para Fedesarrollo, las autoridades locales son quienes deberían fijar los salarios mínimos para cada región o ciudad del país, “dentro de un rango definido a nivel nacional (en forma similar a como se determina la tasa del impuesto predial), permitiendo que en cada ámbito se distinga entre el salario mínimo urbano y rural”.
 

De esa manera, según Fedesarrollo, en la fijación de los mínimos legales se tendrían en cuenta las realidades del mercado y “la capacidad efectiva de lograr una reducción significativa de la pobreza y la desigualdad”.
 

Por las dificultades que podrían resultar si se definiera el salario mínimo regional, el centro de investigación económica plantea que se debe considerar la posibilidad que las regiones con menores niveles de productividad y de costo de vida, incrementen año a año su salario mínimo un poco menos que aquellas con alta capacidad productiva.
 

Así, “en un mediano plazo Colombia podría contar con verdaderos salarios diferenciales entre regiones que estimulen la contratación formal”.
 

Según Fedesarrollo, con la constitución de un salario mínimo regional se incrementarían “las posibilidades de un empleo formal a los trabajadores de menor productividad. La evidencia internacional es clara afirmando que la obtención de un empleo formal es, muchas veces, el único camino hacia la superación de la pobreza para millones de personas”.

Tomado de: dinero.com