Algo han esbozado los analistas, columnistas de prensa y periodistas sobre su relación con el fin del llamado boom de la locomotora minero-energética. La verdad es que la relación entre la situación calamitosa de las finanzas públicas y lo que ocurre con el sector minero-energético y su declinación, es real y directa. Hace unos años, se planeó con cuidado una estrategia que implicó unos cambios legislativos, de organización del sector público y una agresiva campaña para atraer la inversión extranjera hacia el sector. Sin embargo, nos fuimos de cacería, matamos el tigre y nos asustamos con el cuero. Tanto éxito fue imposible de administrar. Hoy la realidad es que el mismo país que diseñó esa estrategia, que logró los primeros resultados favorables con el incremento de la inversión extranjera y de la producción, está permitiendo que voceros de algunos sectores le pongan el palo a la rueda.

Se alcanzaron a lograr algunos avances, incrementar la producción de hidrocarburos y commodities mineros para la exportación, crecer las finanzas públicas a través de regalías e impuestos, mejorar la gestión en materia de inversión social y en infraestructura, pero justo cuando las cosas iban bien, permitimos que los saboteadores dieran por terminado el esfuerzo. Los inversionistas vinieron, algunos de ellos, todavía permanecen, a pesar de las múltiples dificultades que se les han creado, y los proyectos no despegan ni las metas se cumplen. Diagnósticos sobre lo que ocurre y habría que hacer para reactivar la industria y, con ella, los ingresos y las finanzas públicas, ya existen y con profundidad.  Hasta hemos creado equipos para sacar adelante los llamados proyectos PIN o de interés nacional. Tenemos muy claro lo que está ocurriendo, y no es cierto que se deba sólo a factores externos, como la caída de precios. Cabe gran responsabilidad a la campaña de desprestigio y movilización de comunidades, que se viene adelantando y de la cual son responsables unos cuantos. Bástenos mencionar los foros que se llevaron a cabo la semana anterior. Fueron reuniones donde proliferaron los juicios en contra de la industria minero-energética, los aplausos para aquellos expositores que, de manera virulenta se ensañan contra esta, y el adoctrinamiento que se hace a los asistentes, tanto funcionarios públicos como privados, sobre los males que se avecinan si se permite el avance de la industria. Todo ello a pesar de que tímidamente se reveló, también en la semana anterior, la importancia que las regalías han tenido para el desarrollo regional y los programas sociales, y del debate sobre de dónde sacar dinero para financiar al Estado en el inmediato futuro. 

Como todo lo que es importante para el país, se requiere de voluntad nacional y de ponerse de acuerdo. Sin embargo, los colombianos hemos demostrado hasta la saciedad que somos muy buenos en sabotearnos a nosotros mismos, al igual que para dejar en la decisión de unos pocos, el destino de todos. Es hora de superar esto. Por ello, me permito hacer un llamado a  los ciudadanos responsables, para que no se dejen llevar por los apasionamientos y la mala información. Que se involucren en los temas de interés nacional, se informen con responsabilidad y luego decidan. El voto de confianza hay que darlo a quienes demuestren merecerlo, y no a quienes gozan de aptitudes oratorias. Este país es bendecido con muchos recursos naturales, y debe reflexionarse sobre cómo hacer su aprovechamiento sostenible, para mejorar la condición de vida de todos los colombianos y la distribución equitativa de oportunidades, como lo dispone el artículo 334 de nuestra Constitución Política. 

Ahora, si no hacemos algo al respecto, hay otro sector que junto con el minero-energético esta llamado a impulsar el desarrollo, y que  también se encuentra en riesgo: el sector de la infraestructura. Ellos está sufriendo los mismos ataques sin cuartel que, seguramente, los llevarán al estado de postración en que se encuentra el sector minero-energético. Ojalá puedan tomarse medidas a tiempo, y en ello esta empeñado el señor Vicepresidente de la República, al cual le deseamos mucha suerte ya que la batalla no será fácil. 

 

Adriana Martínez V.

 

Abogada Martínez, Cordoba & Abogados Asociados

Tomado de: https://www.larepublica.co/fin-del-boom_172531