Esto implica un nivel de fraude de entre 7 y 10 por ciento, medido por el volumen de primas emitidas cada año, dijo Lina María Chacón, subgerente del Instituto Nacional de Investigación y Prevención de Fraude (Inif). Si bien ese indicador ha caído respecto del nivel anterior, 12,5 entre el 2006 y el 2008, la situación actual mantiene en alerta a las compañías.

“Los delincuentes están siendo asesorados por expertos que, en un alto porcentaje, logran hacer que el fraude sea difícil de demostrar o llegue a ser invisible para las autoridades y aseguradoras”, explicó la experta.

Raúl Camargo, gerente de mercadeo de Positiva Compañía de Seguros, afirmó que existen dos tipos de defraudadores: las bandas organizadas y los ocasionales, y el fraude no solo se presenta a la hora de pedir la indemnización, sino en la solicitud del seguro (aseguran algo que no existe, por ejemplo).

Autorrobo, accidentes y muertes ficticias; enfermedades terminales inexistentes y reporte exagerado de daños son los fraudes más comunes en el país.

En el mundo, según los expertos, se han dado casos extremos, como el asesinato o la amputación de un miembro del cuerpo, tal como sucedió en España, donde el asegurado dijo haber sufrido un accidente en el que perdió el brazo, pero le comprobaron que se había amputado para cobrar una indemnización por 600.000 euros.


CASTIGO ESCASO

Chacón sostuvo que en Colombia no es fácil la lucha contra este flagelo, que no solo golpea a las compañías, sino a quienes toman pólizas, pues el fraude eleva los costos, genera exclusión y endurece las condiciones para acceder a los seguros.

Además, desde 1980, dejó de ser considerado un delito, para ser catalogado como conducta con agravante punitivo dentro del delito de estafa.

Así, las personas que son halladas culpables, solo pagan penas de uno o dos años de cárcel y son obligadas a resarcir los daños económicos causados.

En otros países, las penas van de 15 a 20 años, dijo el abogado Allan Torres. Muchas veces, las aseguradoras no reportan el ilícito o pagan las reclamaciones, aunque suenen sospechosas. “Lo hacen para ahorrar costos, porque los procesos suelen ser largos y engorrosos, y resulta más barato cancelarlos cuando se presentan”, señaló un corredor de seguros.

MODALIDADES DE ROBOS

Una persona compra un vehículo nuevo, lo matricula a nombre de un tercero y luego simulan el robo para cobrar la indemnización.

La persona está en bancarrota y procede a ocasionar un siniestro -el más frecuente es el incendio- para hacer efectiva la póliza y superar su crisis.

Con las voladuras de las torres de energía, hace unos años, se descubrió que la empresa encargada de repararlas tenía una alianza con la guerrilla, que realizaba los atentados dinamiteros y cuidaba de no causarles tanto daño para que su reparación no saliera tan costosa.

Al final, la reparación de las torres costó unos 16.000 millones de pesos, a razón de 150 millones por atentado. La guerrilla recibía seis millones por torre afectada.


Carlos Arturo García
Redacción Economía y Negocios

Tomado de: portafolio.co