Recientemente tuve ocasión de oír una conferencia de Michael Porter sobre las empresas de valor compartido, tema de actualidad y gran importancia para el desarrollo empresarial y respuesta creativa a la responsabilidad social empresarial, dentro de un concepto moderno, que tenga una visión no de simple filantropía, sino de negocio y de compartir realmente beneficios

El esquema de las empresas de valor compartido, que busca resolver problemas sociales, al mismo tiempo que realiza un negocio, va muy de la mano con el desarrollo de negocios para la base de la pirámide.
 

Como ya es sabido, en la base de la pirámide hay una capacidad de compra, que acumulada representa ingresos significativos para las empresas innovadoras que orienten productos o servicios diseñados con miras a atender ese segmento.
 

El concepto de empresas de valor compartido, está basado en el principio de que las compañías crean riqueza y su objetivo es generar utilidades, lo que no riñe con que dentro de este se busque solucionar no solo problemas o demandas del mercado, sino atender también pedidos y necesidades sociales.
 

Una vez que las organizaciones cumplen con sus deberes fundamentales estipulados en las leyes y normas –sus obligaciones laborales, impositivas, financieras, de calidad, de seriedad y cumplimiento con todos sus stakeholders, de apoyo a sus comunidades, incluso de búsqueda de la sostenibilidad– deben avanzar hacia el capítulo siguiente, la creación de valor compartido.
 

Allí es donde se encuentran con los requerimientos y necesidades de la base de la pirámide y con las oportunidades que se presentan en la atención de esta población.
 

En la base de la pirámide se acepta la tecnología, las marcas, los productos de valor, por eso la capacidad agregada de los recursos en estos estratos es una gran oportunidad para aquellas compañías que sean capaces de diseñar y ofrecer productos y servicios que respondan a las demandas y necesidades de esta numerosa población, y que, de esta manera, generan ingresos y utilidades para las empresas.
 

No quiere decir esto que la actividad de las empresas de valor compartido y sus posibilidades se agoten en la atención de las demandas y necesidades de los sectores poblacionales de la base.
 

Este es un renglón en que pueden desplegar su creatividad y desarrollar la filosofía del valor compartido, pero no es el único, en general se trata de asumir la responsabilidad por los problemas sociales que afectan su negocio y decide manejarlos a través de la misma actividad productiva, bajo un modelo empresarial, no como simple filantropía. Entre su planeación estratégica queda involucrado este objetivo, como parte esencial de la misma, con todo el despliegue respectivo de acciones y mediciones sobre el logro del mismo.
 

Para ello procede a la identificación de los problemas sociales que se relacionan con la empresa y define como un objetivo la solución de los mismos, mediante un modelo empresarial no convencional, como el usado para atender a los clientes tradicionales de los segmentos de mercado clásicos.
 

Esto está muy relacionado con las posibilidades de negocio que se presentan en la base de la pirámide, donde se encuentran mercados muy atractivos, que requieren la innovación en la presentación de productos, cantidades, en el manejo de insumos, los volúmenes, entre otros, de forma tal que los costos se hagan accesibles a estos segmentos tanto en países en desarrollo, como en desarrollados.
 

Este filón para las empresas puede traerles lecciones a replicar en distintos mercados y países, y cambiar prácticas empresariales de forma tal que el concepto de valor compartido encuentre aquí una aplicación y las empresas una forma más moderna de ejercer su responsabilidad social.

Tomado de:.portafolio.co