Como uno está condenado a ser periodista, desde la primera vez que oí esa historia me vengo preguntando: ¿se puede confiar en las cifras del Dane? Lo cierto es que nada produce más suspicacia entre la gente que las estadísticas que suministra el propio Estado. Aquí o en cualquier parte del mundo.

Para no ir muy lejos, hace apenas unos cuantos días apareció en primera página la rutilante noticia: en mayo, por tercer mes consecutivo, volvió a bajar el desempleo y se mantiene en un solo dígito: 8,8 por ciento. Algunos celebraban complacidos, pero también vi a mucha gente sonriendo con ironía. Son escépticos. Fue entonces cuando pensé que ya es hora de saber la verdad y salí a averiguarla. (Lea acá: Desempleo en mayo fue del 8,8 por ciento)

 

 

Las inconsistencias

Un experto en la materia, el profesor Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado de Colombia, comienza por aclararme, de entrada, que la única manera de saber si el desempleo baja o sube en un mes específico es comparándolo únicamente con el mismo mes del año anterior.

Lo malo es que se han descubierto casos en los que el Gobierno de turno confronta un mes determinado con el que más le convenga del año pasado, aunque no se trate de los mismos meses.

–El Dane también comete errores –me dice el profesor–, pero no son permanentes ni de mala fe. En las encuestas de hogares, por ejemplo, se presentan algunas inconsistencias.

En las cifras mensuales sobre empleo y desempleo hay unas variaciones muy grandes, que provocan críticas y confusión. Generan desconfianza. El profesor Farné piensa que los datos mensuales deben usarse para mostrar tendencias, no para hacer afirmaciones tajantes.

–Le pongo el ejemplo más reciente: el Dane informó que en mayo de este año se crearon 156 mil empleos nuevos en todo el país. Pero solo un mes antes, en abril, había dicho que se crearon 709 mil. ¿Cómo se explica una diferencia tan grande en solo treinta días? Yo no lo sé. Por eso sostengo que en muchos casos es mejor hacer promedios trimestrales, que son más confiables.

 

 

Preguntas del Procurador

Otra pregunta que a mí me inquietaba es esta: ¿la investigación sobre desempleo se hace solo en las capitales, donde se concentran el comercio y la industria, o incluye también a municipios secundarios?

La verdad es que la muestra se toma en 380 municipios de los 1.103 que tiene el país. Eso equivale al 34 por ciento de Colombia. Siempre se incluyen capitales y áreas rurales. El resto se va rotando cada mes en diferentes departamentos. Nunca se miden las regiones selváticas del sur ni las vastas llanuras orientales.

Precisamente, ese fue el tema que el procurador general, Alejandro Ordóñez, planteó ante el público en Cali, el 9 de abril pasado, durante un foro para discutir las condiciones de trabajo de la juventud colombiana.

Resulta que en el Valle del Cauca el desempleo, en el año 2013, fue del 15,7 por ciento, uno de los más altos en todo el país. Pero en febrero del 2014 ya había bajado a 12,9 por ciento. ¿Cómo hicieron, en solo dos meses, para reducirle milagrosamente un 2,8 por ciento?

Por eso, alzando la voz para que lo oyera todo el mundo, el Procurador se hizo esta pregunta terrible:

–¿Esa medición tuvo en cuenta el 63 por ciento de desempleo que hay en Buenaventura, según informe de la propia Cámara de Comercio de esa ciudad, donde la informalidad laboral es superior al 70 por ciento?

Silencio. Absoluto silencio.

 

 

Un verdadero empleo

César Caballero, que fue director del Dane y es el gerente de la firma de investigaciones Cifras y Conceptos, me dice, desde el principio, que “es bueno aclarar de qué clase de empleo estamos hablando”.

Entonces me explica que entre los colombianos que trabajan “hay cerca de un 28 por ciento que tiene una ocupación u oficio, pero de mala calidad y con mala remuneración. Es lo que se llama rebusque. Es una situación muy grave, porque son más de 6 millones de personas. Si usted les suma los desempleados, pasan de 8 millones de personas. Es nada menos que el 18 por ciento de la población total del país”.

Sin embargo, agrega Caballero, y para que digamos la verdad completa, “lo bueno es que las cifras del salario mínimo han subido. Actualmente, con todas sus prestaciones y beneficios legales, está en un promedio de 936.989 pesos al mes. Por eso es que está creciendo el número de cotizantes de las cajas de compensación, especialmente entre las empleadas del servicio doméstico”.

Lo malo es que el 55,6 por ciento de todos los colombianos que tienen una ocupación ganan menos de ese salario mínimo. Cara y sello de la misma moneda.

 

 

El caso de los inactivos

Otro fenómeno muy delicado, en materia de estadísticas laborales, es el de los colombianos llamados “inactivos”, que, precisamente por serlo, no buscan un empleo remunerado: estudiantes, amas de casa, pensionados, discapacitados físicos, rentistas de capital.

Antes disminuían cada mes, a medida que los estudiantes salían de sus universidades y se empleaban, pero, de repente, comenzaron a subir de un modo alarmante e inexplicable a partir de septiembre de 2012. Hay quienes sospechan que en ese costal están metiendo a buena parte de los que sí buscan trabajo, para hacernos creer que la cantidad de desempleados ha bajado.

Según los datos del Dane, en el período entre enero-mayo del 2012 y enero-mayo del 2014, el número de inactivos subió en 734.166 personas. Es un incremento del 5,8 por ciento. Nada menos.

–Según esos mismos datos –comenta el profesor Farné– en el último año los inactivos subieron más de 500 mil personas. Eso representa un 4 por ciento de aumento. ¿En un solo año? ¿Por qué? ¿De dónde salieron tantos inactivos? ¿Y cuál fue ese fenómeno especial que tuvo lugar en septiembre del 2012? ¿Por qué en esa fecha? Nadie lo sabe.

 

 

¿Sube o baja el desempleo?

Después de semejante recorrido por entre vericuetos de cifras, llegamos a la pregunta que lo resume todo, la que justifica sumas y restas, noches de vigilia y largos meses de averiguación: ¿está bajando o no el desempleo en Colombia?

–Es verdad que está bajando –me responde César Caballero–. En ese punto yo le creo al Dane por una razón concreta: usted puede manipular el dato de una encuesta específica, pero no una serie histórica de datos. Las cifras del empleo hoy son consistentes.

El profesor Farné, por su lado, sostiene que mucha gente, cansada de pedir empleo, ha dejado de insistir. “No hemos podido saber por qué lo hicieron, pero es evidente que hay menos personas solicitando trabajo”.

–Es cierto que mucha gente desiste porque lleva más de un año buscando empleo sin conseguirlo –agrega César Caballero–. Es el fenómeno que llamamos desestímulo. Pero esa cifra es muy baja.

Por separado, hablando cada uno desde su oficina, los dos especialistas coinciden en una afirmación: la tasa de desempleo ha bajado, sin duda, porque está creciendo la actividad económica del país. Pero todavía falta mucho por hacer: según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, este año tendremos el segundo desempleo más alto de Suramérica, superado solo por Venezuela.

 

 

Hasta Obama intervino

No quiero terminar esta crónica sin contarles dos historias. La primera me pareció muy curiosa. Miren ustedes las vueltas que da la vida y por dónde viene a saltar la liebre.

En Colombia se pusieron de moda, en los últimos años, las denominadas cooperativas de trabajadores, que en realidad, como dice el profesor Farné, “en muchos casos no son más que intermediarios laborales que, aprovechándose de la desesperación de la gente, le consiguen empleo, pero de mala calidad y mal remunerados. Algunas, inclusive, se hacen pasar por sindicatos contratistas”.

César Caballero dice que las cooperativas de trabajadores “fueron impulsadas por el gobierno Uribe para reducirles los costos laborales a los empresarios. Han sido muy criticadas porque cometen muchos abusos”.

Pues bien: cuando se iba a firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y por petición de los sindicatos de ese país, el gobierno del presidente Barack Obama puso como condición que los colombianos desmontaran esas cooperativas de abuso. Los intermediarios laborales, que no se dan por vencidos, les cambiaron de nombre.

 

 

Epílogo

El segundo episodio que quiero destacar, antes de poner punto final, es lo que pasó en Cali durante la conferencia de aquel día de abril. El procurador Ordóñez siguió hablando:

–Me pregunto si el Dane hace lo correcto cuando considera ‘ocupado’ a quien solo trabajó durante una hora remunerada a la semana.

Luego insinuó que el gigantesco aumento del empleo en el último abril se produjo por la cercanía de las elecciones y la consecuente contratación masiva en las entidades oficiales. Y a renglón seguido sostuvo que Colombia no ha podido escapar del nuevo orden económico mundial, que trae consigo el desconocimiento de derechos de los trabajadores, la reducción de plantas de personal, la desprotección de la seguridad social.

 

 

De repente, exclamó el Procurador:

–El movimiento portuario de Buenaventura aumentó 35 por ciento el año pasado. Pero esas riquezas empresariales de billones de pesos no se reflejan en un trabajo digno y decente, y mucho menos en educación, para sacar a los jóvenes del ocio y la violencia que los están matando.

Juan Gossaín
Especial para EL TIEMPO

Tomado de: https://www.eltiempo.com/economia/indicadores/cronica-de-juan-gossain-la-verdad-sobre-el-dane-y-las-cifras-de-desempleo-/14255077